martes, 17 de enero de 2012

Ironman

Últimamente entre Starks van las cosas. Después de ver la serie Juego de Tronos, de la cual no haré spoiler, la señorita Pilarín me regaló por mi cumple el primer libro, libro que por cierto me pondré a leer en cuanto tenga tiempo para poder volver a decir lo que dije en su momento en esta entrada. Pero ahora centremonos en otro Stark, Tony Stark, ese millonario de intelecto superior al que todas las mujeres desean y que todos los hombres envidian.


A ver, seguro que todos estáis esperando para ver que tengo en común con Ironman. Pues aparte de ser moreno, creo que nada más. Es más que probable que Tony Stark no tenga la necesidad de plancharse la ropa, estoy seguro que pagará a alguien para que planche su ropa, o probablemente estrene ropa nueva cada día, pero yo no, y después de año y medio las camisas empezaban a estar algo arrugadas. Aquí bajo tenéis una foto.

Aspecto de una camisa antes de plancharse. 
El caso es que cuando les comenté a mi abuela y a mi tía mi problema con las arrugas ( las de la ropa, yo en la cara sólo tengo marquitas de expresión) me dijo mi abuela, tráeme las camisas que yo te las plancho. Como una de mis principales virtudes/defectos es la cabezonería o testarudez, le dije que ya me las apañaría yo, y la mujer me dijo, pues toma una plancha que tengo yo que la he usado poco, y yo te compro la tabla de planchar.

Vista general de mi nueva tabla de planchar.
Aunque no se aprecia mucho en la foto, la decoración de la tabla es en color plateado, lo que le da un aire distinguido a la par que elegante.


Como podéis ver en la foto, la feliz pareja, llena de alegría, sonríe cuando llega el momento de ponerse a planchar. Y es que no hay tarea más gratificante que esta, ver como las arrugas desaparecen tras pasar sobre ellas el acero caliente es lo que de verdad motiva a la hora de vivir solo.

Esta foto de Mai y la plancha va a hacerme ganar muchas estrellas en las puntuaciones.
Como viene siendo habitual cuando llega a casa cualquier cosa nueva, la gata siempre intenta averiguar de que se trata y cual es su utilidad. En la foto de arriba podemos ver como se acerca y observa ese objeto, que, probablemente, es tan nuevo para ella como para mi.

Después de darle un buen rato a las camisas, por fin acabaron planchadas, y para muestra aquí tenéis la foto de bajo.


Si, ya lo se, los más observadores ya os habréis dado cuenta, es la misma foto que he usado antes, el motivo es que aun habiéndole dado un buen rato, apenas he conseguido quitar alguna arruga. No se si será que a la plancha le faltó temperatura, o habrá algún método mágico para acabar con ellas. En fin, me tocará preguntar a mi abuela de forma sutil para que no se entere de mi pequeño fracaso en la primera toma de contacto con la plancha.

2 comentarios:

Emi dijo...

Tio... Eres manco, no hay otra explicación...

Unknown dijo...

Hombre a ver, está todo un poco dramatizado. Ya sabes.